Independiente de las diversas especialidades que buscan mejorar la situación de los niños diagnósticados y etiquetados con TDAH existen dos caminos terapeúticos importantes para tomarlos en cuenta y recorrerlos. Empezaremos enfatizando la salud física del niño mediante el establecimiento de hábitos de vida como actividades al aire libre, descanso suficiente, reducción del tiempo de televisión y videojuegos y evitar al máximo el sedentarismo, ejercicio físico tanto libre como estructurado, dieta sana y balanceada con muchos alimentos de origen vegetal y la eliminación gradual y total de los azúcares de absorción rápida. El apoyo nutricional como el zinc, el magnesio, las vitaminas del complejo B o los ácidos grasos Omega-3, también son importantes. Mención aparte merecen, por su alta efectividad, las dietas de eliminación – como por ejm, la dieta Feingold – que retiran de la alimentación de niños diagnosticados, no sólo los alergenos más comunes como el trigo o la leche, sino también los elementos artificiales como los aditivos, colorantes, saborizantes y demás componentes identificados en varios estudios como posibles detonantes de la enfermedad. Especial atención debe prestarse al estado óptimo del sistema intestinal del niño – considerado cada vez más como un "segundo cerebro" -.

Es necesario cambiar nuestra mirada, porque si no lo hacemos concientemente en busca de una mejor comprensión de este trastorno, podemos acabar como los seis ciegos que querían saber cómo es un elefante y al tocar distintas partes del cuerpo del animal, no consiguieron ponerse de acuerdo sobre su descubrimiento. Los rasgos negativos del niño con TDAH son archiconocidos, quizás podría ser útil tratar de averiguar qué pueden tener de positivo, sobre todo partiendo de la idea de que si los cambios genéticos asociados a este síndrome existen desde hace unos 40.000 años, como lo demostraron Yuan Chun Ding y sus compañeros en 2002, y desde su primera aparición se extendieron por el mundo entero....cabe suponer que debían tener alguna utilidad evolutiva.
En este caso, la condición común (la forma del elefante) es lo que podríamos llamar la "intensidad" de la personalidad de estos chicos, que se aparta de lo considerado como "normal" (para darle un nombre genérico a lo "estadísticamente predominante en la sociedad") y por tanto está expuesto a ser considerado como una "anomalía". Pero esta visión tiene el "handicap" de tachar a la persona como "deficiente" y "enferma" y pretender "curarle" llevándolo al nivel de la mayoría de la sociedad. Tenemos que darnos la libertad de plantear la pregunta: Y qué pasa si toda esta forma de ver es esencialmente equivocada?, el defecto no está más bien en nosotros cuando equiparamos automáticamente diferencias y deficiencias?
Otro cuento nos viene a la mente cuando pretendemos razonar esta situación: el clásico de Hans Christian Andersen sobre el Patito Feo, que después de mucho sufrimiento e incomprensión descubrió que era un hermoso cisne. Quizás tengamos que ver a estos niños como al cisne. Si no encontramos nuestra propia identidad, estaremos condenados a vivir en el mundo de los patos, creyéndonos indignos y deficientes. Tenemos más miedo de nuestra luz que de nuestra oscuridad."
Kazimierz Dabrowski, un médico polaco que vivió las dos guerras mundiales, escribió una vez que "las personas creativas y con talento se diferencian de los demás en que experimentan la vida con más intensidad". Estos en el fondo, también tienen una especial "intensidad", al reaccionar con más fuerza al estímulo que en otros apenas genera una respuesta. Los estímulos causan reacciones más fuertes en las personas intensas porque su sistema nervioso los magnifica y no porque ellos exageren la reacción. Esta es una diferencia muy importante para entender su mundo. No se trata de que ellos no sean capaces de controlar sus reacciones, sino que su sistema nervioso intensifica los estímulos, que a su vez generan respuestas que el entorno no entiende y consideran desmesuradas. No es nada descabellado pensar que si consideramos a las personas que sufren de Sensibilidad Química Múltiple como "canarios" que nos advierten sobre los efectos letales del mundo tóxico que nos rodea... cuál puede ser la advertencia de estos niños tan diferentes de lo que nosotros fuímos y también de sus coetáneos supuestamente "normales"?, Qué mensaje nos traen, Qué hemos hecho mal?. Su sistema nervioso ultrasensible puede indicar un futuro poco deseable para todos, pero también puede interpretarse como un intento evolutivo de adaptación al mundo cada vez más acelerado y a la sobrecarga de estímulos que recibimos día a día, sin atención a los límites de nuestro cuerpo físico y de nuestra mente.
Según Dabrowski, la gente "intensa", creativa y con talento, es capaz de lograr un importante desarrollo no a pesar de su intensidad, sino precisamente debido a ello. Las experiencias incrementadas, que incluyen también el dolor y el estrés, les dan la oportunidad, para lo que el médico polaco llamaba "desintegración positiva": el desmembramiento de su visión de la realidad para poder reconstruirla desde la base una y otra vez, como un proceso contínuo de crecimiento personal.

Esta visión de las "intensidades" ofrece bases más sólida para trabajar con las complejas personalidades en pleno desarrollo de estos niños y a la vez marcan también las prioridades para interactuar y trabajar con ellos. Debemos entonces centrarnos en el reforzamiento de sus puntos fuertes, en vez de concentrar toda la atención en remediar las debilidades e insuficiencias. En realidad la visión actual no es más que un compendio de debilidades, que para procesarlas las transformamos en un "síndrome", convirtiendo en "pacientes" a las person(it)as que las muestran.
Aunque la "sabiduría convencional" nos marque que debemos centrarnos en las debilidades de estos chicos para lograr que algún día ellos también lleguen a funcionar como los niños "normales", en realidad, resulta mucho más provechoso invertir en sus talentos y aprovecharlos – a partir de la visión de las intensidades – sus rasgos distintivos que les hacen únicos e idóneos para cumplir tareas que sobrepasan las capacidades de sus compañeros con habilidades comúnes. Su intensidad les hace especiales y capaces de grandes cosas, sólo hace falta renunciar al "trastorno" y dejar de esconderse tras un diagnóstico para mostrar la verdadera personalidad, capaz de brillar, responsabilizándose por el uso que se hace de todo lo que la vida nos aporta. Tratándose de niños que todavia no tienen madurez suficiente para emprender este camino por iniciativa propia, es importante que padres y educadores tomen este punto de partida positivo y busquen fomentar por todos los medios los talentos de los niños diagnosticados, con lo cual, no sólo mejoran su autoestima, sino también contribuyen a reconstruir sus maltrechas relaciones sociales y sobre todo, impulsan el reforzamiento de su individualidad, no como opuesto al espíritu colectivo sino como base indispensable para la adhesión libre y voluntaria a cualquier comunidad humana.
Hay quienes consideran, y no sin razón, que a nivel psicológico los medicamentos tienen dos efectos especialmente dañinos: por un lado priva al niño del derecho de desarrollar un carácter y un modo de convivir consigo mismo y con el mundo en un estado libre de medicamentos. A la vez crea también una carga de vergüenza, una convicción de que el que la tiene que tomar es deficiente, indigno de amor y de aceptación en su estado "natural", no medicado.
Drogar a los niños simplemente para que "se porten bien en la escuela" parece una estrategia contra la cual cada vez más padres se rebelan , buscando alternativas más suaves y constructivas que no pongan en peligro la salud mental y física de sus hijos. A su vez, en respuesta a una demanda creciente, aumenta también el número de profesionales que buscan mirar con nuevos ojos esta problemática para poder ayudar con efectividad a las familias cuya vida gira en torno al hijo etiquetado como hiperactivo, capaz de convertir la vida cotidiana en un verdadero infierno.
Agradecimiento: www.uakix.com
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